Una peregrinación anticipada por fin se concretaba. El destino era incierto, sólo los sacerdotes conocían ese sacro lugar. Las multitudes se congregaban desde diferentes puntos de la orbe para encontrar su destino...la epifanía por fin sería cumplida.
El lugar debía ser especial, majestuoso para acoger tal acontecimiento sin precedentes. Asi fue. Entre enormes cerros se dejaban escuchar hermosos cantos que preparaban el camino para la visita de los dioses.
La muchedumbre comenzaba a impacientarse...el sol se escondía entre los montes y un olor a hierba encendida se percibía en el ambiente. Y el momento por fin llegó...los encargados de llamar a los dioses con sus cánticos pisaron la tierra sagrada....se hacían llamar Sigur Rós y provenían de lejanas tierras nórdicas.
Los dioses no tardaron en aparecer y una ligera lluvia cubrió aquel lugar y justo después el viento hizo levitar miles de partículas en el cielo que hipnotizaron a todos los presentes durante varios minutos.
El momento terminó rápidamente, pero la experiencia extrasensorial valió la pena.
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2 comentarios:
Lo malo es que luego los peregrinos se convirtieron en pingüinos perdidos en la obscuridad, tratando de abandonar el lugar una vez que terminaron los cánticos sagrados y que uno de los chamanes fue tan elegido, que se le tostó el cerebro y tuvo que abandonar la ceremonia, provocando que la misma durara unas pocas canciones más, nada más.
Después de todas las horas perdidas, valió la pena estar ahi! no lo hubiera podido describir mejor que tu concomi! Ahora recemos por el chaman baterista...
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