martes, 6 de octubre de 2009

De los baches, las prótesis dentales y las esperanzas

Hace tanto que no escribo, que hasta creo que he perdido algo de práctica y de suspicacia, pero bueno tampoco ha sido mi mejor virtud.

He de empezar con una aclaración, estos días han resultado un tanto poco caóticos. En primer lugar, a escasos 4 meses de perder una llanta en una dura batalla contra el asfalto, el viernes pasado sufrí otra derrota contra el viaducto. No les miento, un agujero de 2 metros, escondido bajo el infame disfraz de una coladera fue el verdugo de otra de mis llantas.

La última vez que se me ponchó una llanta, también se rompieron los birlos (mezcla de un poco de calor y mal aprendizaje en la temprana edad para saber hacia dónde se deben aflojar las cosas).

Se supone que cuando llevé el coche a remplazarle los birlos, lo hicieron muy bien. Pero esta vez me di cuenta al tratar de cambiar la susodicha llanta que me habían puesto un birlo más grande. Ya un poco harto y carente de ideas, decidí parar a un taxi, a ver si se alguno se compadecía de mi situación.

Como buena ley de Murphy, cuando necesitas algo nunca aparece, ningún taxi pasaba cerca. Pasaron por lo menos 15 minutos en la lateral de viaducto para que un taxista se detuviera. Amablemente, tomó un martillo, forzó la llave de cruz y sacó el birlo. Para colmo, tengo una bonita llanta de bicicleta que funciona como llanta de refacción. Así me fui sin más ni más con 3 birlos y una llanta de juguete.

Al otro día fui a comprar una llanta y san se acabó.

Todo iba bien el sábado a excepción que me había quedado con 2 pesos para terminar la quincena, lo único malo es que era apenas ¡3 de octubre!

Al otro día, salí a jugar basketball como lo he hecho desde hace unos 2 meses sin falta, por aquello del no te entumas (cit. Tupi-Paola). De regreso fui a comer sin problemas con mi papá y mi hermana.

Ya de regreso a mi hogar, decidí tomar un baño ya que estaba acalorado, sudoroso y hediondo. En una de esas malas jugadas del baño helado, un poco de agua jabonosa entró en mi boca y al momento de escupirla, siento cómo mi diente falso vuela hasta estrellarse en el suelo.

Para quienes no lo sabían, a los 11 años un gordo ceboso me aventó en el parque y encajé el diente en el suelo, lo cual me apartó de más del 50% de 3 dientes frontales. (está prohibido fijarse la próxima vez que me vean).

Así que ya no salí a ningún lado, le llamé al dentista de mi abuela, quien me dio cita hasta las 9pm del domingo, pero bueno, todo sea por que nadie me viera con mi dientecillo de tiburón. Después de una larga restauración dental, tuve mi diente.

Aunque el migajón y los chicles son más baratos para sustituir un diente, aprecio poder sonreír sin tapujos y más que yo no puedo dejar de reír en ningún momento.

Después de tanta queja, sólo puedo decir que agradezco tener un trabajo (aunque mal pagado) con el cual pueda abatir estos costos, aunque ahora sólo tenga 58 pesos para sobrevivir hasta el próximo lunes, aunque se me caigan los dientes y se me ponchen las llantas.

Ya vendrán tiempos mejores, mejor trabajo, mejor vida y sobretodo, espero con ansia el momento en que por fin, la persona que equilibrirá la tensión de los resortes, aquella que se recueste para siempre a mi lado, se quede el primer día de enero a vivir conmigo.

Grandes problemas....grandes esperanzas.

2 comentarios:

gerylico dijo...

jajajajajajaja concomio cómo me hiciste reir! jajaja no puedo parar de reir y de pensar en el Sr. Wilson con sus dientes de chicle! jajajajajajaja Pero bueno amigo, todos tenemos días malos o en tu caso fines de semana malos jaja. Lo que sí amé es tu último párrafo y la frase "la persona que equilibrirá la tensión de los resortes". Bra-vo!

P. Angel dijo...

sniff la última frase!!!