viernes, 9 de abril de 2010

De la realidad alterna y los mundos paralelos: La llegada tarde.

Después de un rato de no escribir, continuaré con esta serie de posts. Para recordar un poco, esta temática habla de cómo las personas tendemos a hacer historias en nuestra cabeza cuando un detonador lo provoca. Ya hablamos de los pasos psicóticos, los encuentros casuales y ahora va: La llegada tarde.

Es más que común en nuestra honorable cultura mexicana llegar tarde. Lo sabemos aquí y lo notan los extranjeros, incluso hacemos bromas al respecto. Pero no es lo mismo hablar de ello fuera de contexto que cuando te toca sufrir la espera.

He de confesar que soy muy malo con la puntualidad, ya he tenido varios problemas laborales y sobretodo personales por este tema. Sin embargo, no es momento de hablar de mis problemas sino del momento en el que uno se encuentra del otro lado.

Imaginen que han quedado en una cita con alguien, tal vez se los presentaron en una reunión o los conocieron por internet (hay casos, lo juro) y esta cita es su primer encuentro formal para ver cómo se presentan las cosas, a ver si acaso surge alguna chispita que aliente a un futuro interesante.

Así que llegan a la hora exacta, si no es que una media hora antes...el chiste es que no perciba tu falta de puntualidad desde el primer momento, no vaya a ser que le traiga recuerdos maliciosos y no quiera verte más.

El tiempo pasa leeeeeeeeennnnnnnnnttttttttttttooooooooooo en lo que esperas a tu cita, tú ya empiezas a impacientarte y vez el reloj una y otra vez, hasta que esta acción pierde todo sentido.

Por fin llega la hora en la que acordaron, le das unos 5 minutos de tolerancia, sin contar los otros 30 que llevas esperando....no llega, entran personas al lugar de encuentro pero ninguna (o) parece ser tu cita.

Es justo en este instante que te transportas a este mundo paralelo, a esta realidad alterna de invenciones sin límite.

Lo primero que te viene a la cabeza, y sabrá Dios porqué, tal vez sea una falta de autoestima o escasez de seguridad, pero te dices a tí mismo: "seguro ya no vino, lo pensó bien y ya no le latió, ¿Será que no le gusté? ¿le habrán contado algo de mí?" entre muchas otras preguntas.

O también puede surgir este pensamiento fatalista...¿le habrá pasado algo? ¿estará bien? Y te debates entre llamarle y no hacerlo, pero lo piensas mejor y no le llamas...no vaya a pensar que eres un stalker desesperado y te reste puntos.

Incluso uno llega a pensar cosas tan sin sentido (aunque algunas veces lo tiene) como ¿habremos quedado en este lugar? ¿no se habrá quedado con la idea de que era en el otro café?

Mientras todos estos pensamientos inundan tu cabeza, tu cita entra apurada e incluso algo apenada por el tiempo de retraso. Tú ya andas algo molesto o preocupado, como si lo que pensaste fuera real.

Lo primero que hace tu cita es explicarte el motivo de su tardanza....era algo tan simple como "se me pasó el tiempo arreglándome o el pecero se detuvo en la base o hubo una inundación, o mi perro no quería hacer del baño"...nada comparado a los hechos acontecidos en tu mundo paralelo.

El resto de la historia después de ese encuentro generalmente no tiene nada que ver con la llegada tarde, sino con tu impuntualidad en las siguientes citas.

Esperen el próximo post: Rostros en el transporte público.

2 comentarios:

ROY dijo...

jajaja primo, ya decía yo que eso era cosa de familia! Lo que más me gusta es que cínicamente afirmas que la llegada tarde seguirá sucediendo.

Lucy dijo...

es inevitable, y ustedes son lo peor en esa especie jaja saludos!