Del Faraón, las plagas y el castigo de Dios.

Hace un rato que no escribía, como leo que ninguna de las frutas lo ha hecho, sólo Rosa. Y aprovecho para hacer una mención especial a la última entrada en cabesenalar.blogspot.com porque quedó increíble y aunque son pocas las letras, ahora aplica el viejo adagio popular que reza: al buen entendedor pocas palabras o de la misma forma, una imagen dice más que mil palabras.

Después de este breviario cultural, me dispongo a comenzar con esta nueva entrada que continua con mi ya conocido enardecimiento ante el feudo en el que habito más de la mitad del tiempo.

Una figura ya conocida toma el poder, pero no es el poder absoluto, es todavía más astuta su estrategia. Se erige como el poder detrás del trono, con sus consejos aparentemente sabios, con su actitud diplomática con todos.

Algunos alcanzamos a verlo con claridad, sin embargo los poderosos, en los que residen las decisiones de esta provincia, parecen ciegos, hipnotizados por su bana palabrería infestada de intenciones lúgubres y destructivas.

Y para terminar de ensuciar todo el panorama, las plagas del antiguo Egipto han llegado a nuestra provincia. Moscos, cucarachas, alacranes y todo tipo de bichos rastreros han decidido poblar nuestra casa.

La corte ha convocado a los artífices, magos y encantadores para contrarrestar esta inusitada situación. A pesar de que humildes jornaleros, peones y capataces trajeron al rey sus propuestas, sólo el gran sacerdote, el creador de fantasías para controlar al pueblo, fue escuchado.

Por la negligencia de los gobernantes, por su ceguera y necedad es que los habitantes del pueblo reciben el castigo de Dios. Son torturados de noche, sin descansar, con hambre y pesadumbre.

El castigo que merecían los que decidieron este destino, ahora es sufrido por los trabajadores, por los leales, por los que quieren ya una solución. Pero como dice aquel libro sagrado: "pagarán justos por pecadores".